lunes, 11 de abril de 2016

Por donde empezar

El objetivo principal es el de reducir nuestras prendas limitándonos al mínimo posible que debe ser el estrictamente necesario.

No se trata de desprendernos de todo lo que tenemos, sino de poder aprovechar al máximo lo que ya tenemos para que sean usadas el máximo posible. Por ejemplo: ¿cuántas veces no nos ha pasado que tenemos el armario lleno y siempre vamos vestidas con lo mismo? ¿O ese típico vestido del que nos enamoramos la temporada pasada y al final solo lo hemos usado 1 o 2 veces? Tener tantas cosas nos causa gasto y no solo económico. Cuando tienes tanta ropa, las energías que inviertes en colocarla, saber que ponerte, el tiempo que gastas en lavarla, plancharla, ... Uno podría pensar: 
"Pero eso no tiene nada que ver, tengas 40 prendas o tengas 10, si usas 8, el restante no tendrás que lavarlo, ya que quedará "almacenado" en el armario. Por tanto, no lavarás 40 prendas o 10, sino 8 en ambos casos."

Esa afirmación es muy correcta, pero el consumo de espacio también es un factor que afecta en nuestras vidas. Te es mucho más difícil poder decidirte a qué te vas a poner porque no puedes ver bien tus prendas, por lo que terminas cayendo en la redundancia y usando siempre las mismas, que son las primeras que te vienen a la mente porque son las que tienes más de por mano.

En cambio, si dispones de un armario amplio y cómodo, no solo te permitirá explotar más tus prendas, sino que también te proporcionará un ahorro emocional de energía a la típica pregunta de "¿Qué me pongo?". Con menos opciones para elegir, menos indecisión ante todas las posibilidades, ya que éstas son limitadas. 
  • "Me apetece comer algo dulce, pero al abrir la despensa solo tengo cookies de chocolate o magdalenas." - La decisión final tendrá que valorar solo dos opciones. 
  • "Me apetece comer algo dulce, pero al abrir la despensa tengo cookies de chocolate, regalices, magdalenas, croissants, una tableta de chocolate y bombones." - La decisión final tiene que valorar muchas más opciones, todas válidas, y que al final hacen que pierdas más tiempo en escoger cuál es la mejor de ellas.
"¿Y si se da el caso de que dispongo de una habitación entera que es un vestidor? Mi armario es más que amplio, ordenado y adoro todas y cada una de las cosas que hay dentro de él."
Aquí se plasman otro de los grandes problemas de nuestro armario: sé que tengo prendas que no uso ni usaré, sé exactamente cuales son pero no puedo sacarlas porque han sido un regalo de (Inserte nombre de amigo/familiar aquí).
· Compromisos: Un jersey de punto que pica terriblemente, que me lo trajo de recuerdo mi madre cuando fue de viaje a Perú.
· Caprichos: ese vestido del que te enamoraste a principios de temporada que sabes que sería ideal para ponértelo en alguna ocasión especial como... ¡San Valentín! O... ¡El cumpleaños de tu cuñada! Y que ADEMÁS lo cazaste en rebajas a un precio buenísimo.
· Idealismos: Esas prendas que te encantan, pero que por cambios en tu cuerpo, ya no te sientan tan bien como antes. Sabes que, si haces un poco de dieta, te pones en forma o incluso, ganas un par de kilos, te quedarán tan bien como cuando te las compraste. Así que, por si acaso, las guardo para entonces.
· Prendas que realmente usas: el resto del armario que es lo que realmente usas a menudo porque vas cómoda, te sientes a gusto y te ves bien. Me atrevería a decir incluso que se reducen al 10% restante.

Todas estas son las partes principales (que no únicas, porque supongo que irán apareciendo más casos) sobre las que voy a EMPEZAR a trabajar. Sí, exacto, empezar. Porque yo también soy una más y voy a luchas contra estas circunstancias también.

No hay comentarios:

Publicar un comentario